¿Quién puede olvidar su primer amigo en primaria? ¿Quién
puede olvidar la merienda que como rutina esperaba todos los días cuando aún no
estábamos en segunda hora de la mañana? ¿Quién puede olvidar la serie de
dibujos animados que echaban en la televisión cuando llegábamos del colegio a
la hora de la comida?
Yo, ni puedo, ni quiero.
Lo que sin duda alguna quiero es volver. Volver al día en
que en los columpios conocí a mi mejor amiga con tan siquiera cinco años.
Volver a los días en que mi madre me hacía pan con mantequilla y azúcar si me
portaba bien y si estaba de buen humor. Volver a la época en que llegar a tiempo a
casa tras el colegio para no pillar empezado Digimon era lo más importante
(¡dios, me encantaba aquel opening!).
Ahora, sin embargo conozco un montón de gente, tanta que las
peticiones de amistad de facebook se me quedan cortas; y cada día meriendo algo
diferente, siempre teniendo en cuenta el tiempo libre que tengo después. Pero
no hay sustituto de aquella serie de mi infancia, a menos que la vida de un
adolescente con responsabilidades de adulto sirva como sustituto a unos dibujos
animados de unos monstruos que cambiaban de aspecto para proteger a una
humanidad que los había creado y los estaba destruyendo por puro egoísmo (claro
que esto no es lo que pensaba con siete u ocho años).
Quiero volver a ver a mi abuela, a mi primera perra,
(inserte algo censurado aquí) quiero volver a no tener responsabilidades tan
grandes. ¿No puedo salir a correr al parque y saltar en las hojas secas sin que
me miren mal? ¡Dónde narices está la evolución del hombre! Cuando solo hay un
cien por cien de supervivientes del ébola en Norteamérica, ¿qué podemos hacer
si no es salir a la calle a vivir por quién no puede?
Quiero volver a ver a mi abuela, a mi primera perra. Quiero
coger ese gran invento de mi especie llamado Whatsapp y mandar un mensaje a mis
antiguos amigos. Quiero coger ese gran arte que es bailar y salir a la pista de mi noche de graduación y vivir como hacían los borrachos de fortunas:
sin miedo. Quiero ir con camisetas de dibujos como cuando tenía diez años, y
con mis dieciocho años lo hago, ¿pero qué me dicen si me ven? ¡Me gusta tu
estilo! o ¿dónde la has comprado?
¿En serio?
No es un estilo, es una forma de vida, es coger lo primero
que hay en el armario porque el que tú salgas a la calle es más importante a que los
demás te vea bien vestido en la misma.
¿En serio?
¿No sabes dónde comprar una camiseta con un maldito dibujo
gracioso? Vete al supermercado de la esquina.
Quiero ir a casa de un amigo a dormir y que al fin de semana
siguiente ese amigo venga a mi casa porque 'ese es el trato'.
Quiero ir a una fiesta de cumpleaños y tirarme desde lo más
alto del Indiana Bill.
Quiero pedir algo de beber a alguien y que tenga un zumo de
naranja que ofrecerme y no un café, porque es de mayores.
Quiero mirar el reloj y no estresarme porque cada vez están
más cerca los exámenes que decidirán mi futuro.
Quiero un maratón de películas de niños. Quiero saltar en la
cama de mis padres y que mi perra quiera subir pero no pueda porque aún es un
cachorro y no llegue. Quiero palomitas con mantequillas en halloween con mis
amigos. Quiero leerme un libro lleno de dibujos y letra grande y sentirme un
gran lector. Quiero abrir el paint y sentirme el próximo Picasso. Quiero cantar
en el coche y que mi madre se me una haciéndome sentir el siguiente ganador de
la gala de los Grammy. Quiero tener una conversación en inglés con mi profesora
y sentirme un actor americano en una entrevista de la tele, pero eso es
imposible, porque ya no doy inglés.