¿Polvo de estrellas?

Ojalá, pero demasiado fácil. Puede que nuestras células sean producto de las primeras estrellas creadas por este universo, pero la suma de todas esas sustancias da mucho más que dichas sustancias por separado; es demasiado complicado como para no disfrutarlo.


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De la clase que no está cuando se la necesita y de la clase que lo soluciona por los pelos siempre y cuando esos pelos te saquen una sonrisa. De la clase que pide perdón en vez de asegurarse de hacerlo bien, pero sus disculpas siempre son sinceras, tan solo es muy tonta.

domingo, 30 de noviembre de 2014

La estrella de los tejados.

"Lo más rock and roll de por aquí."

  Esa sensación de paz. Saber que tienes dos exámenes la semana que viene, que hace meses que no ves a todos tus amigos reunidos o a tus abuelos del pueblo. Saber que deberías angustiado pero no estarlo.

  Querer escuchar toda la discografía ñoña de Pereza y llamar a mi mejor amiga solo porque quiero hablar con ella, que bien sabe lo ñoño que soy.

  Querer ir a jugar como de pequeño por los pasillo de mi residencia con el resto de universitarios de aquí.

  Querer comprarme dos peces y cuidarlos como si solo los pudiese tener a ellos como compañía a lo largo de este año que me espera.

  Son pequeñas sensaciones que me hacen sentir vivo, me hace pensar que siento cosas que otros no sienten, tanto para bien como para mal. Cosas que me transmiten paz como para otro a lo mejor le transmite paz ir a escuchar a los pájaros al parque (yo los oigo desde la ventana de mi habitación mientras el viento choca contra mi cara).

  Quiero que mi madre venga en una hora, sobre las seis, y me de una rebanada de pan con mantequilla y azúcar como cuando tenía nueve años y no conseguía acabar los deberes para poder poner a jugar a pokémon de una vez. Que a las diez me manden sacar a la perra a pasear porque en nada tenía que irme a la cama. Ponerme la manta por encima y jugar a la game boy hasta las tantas (las doce o así).

  Tener todo eso guardado dentro de mi no me hace sentir mal, justo lo contrario. Quiero repetir todo ello y voy a empezar por pedirle a mi madre que me haga una de sus meriendas especiales cuando el próximo puente vuelva a Gijón.

Gijón.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Solo tú.

  Verla día a día hacía que me sintiese querido. Jugar con ella día a día me hacía sentir útil para alguien. Sacarla a pasear todas las noches era el mejor deporte que practicaba. Que todas las tardes cuando llegaba del colegio -colegio, que lejano parece- me pidiese su galleta de las tres me hacía tener una razón para sonreír entre tanto estrés.


  Tan pancha ella en su cama sin saber lo que la quieren, que envidia.

martes, 21 de octubre de 2014

NADA IMPORTANTE.

  HOLA GENTE, MUY BUENAS. SOLO QUERÍA VENIR Y DECIR QUE ESTOY ALGO... EMM... BASTANTE... MUY AGOBIADO CON LA UNIVERSIDAD -INSERTAR CARITA FELIZ- Y POR LO DE ESTAR LEJOS DE LA GENTE CON LA QUE HE CRECIDO, Y POR NO PODER VER A MIS MASCOTAS TODOS LOS DÍAS -Y ESO ES LO MÁS IMPORTANTE-.

  PERO AUN ASÍ QUIERO DECIR QUE ME ENCUENTRO CON GANAS DE GRITAR -O FINGIR QUE ESTOY GRITANDO EN MI BLOG-, PORQUE POR ALGUNA RAZÓN ESTOY FELIZ Y QUE COÑO, PUES ME APETECE.

  HOY HE ESCUCHADO ELVIS PRESLEY, MEGAN TRAINOR, QUEEN, Y HASTA UN POCO DE PHARELL WILLIAMS, QUE ESTE ÚLTIMO NO ME GUSTA MUCHO, PERO ME APETECÍA.

  Y ME APETECE UN SANWITCH MIXTO, ASÍ QUE LUEGO ME LAS APAÑARÉ PARA HACERME CON UNO.

  Y AHORA MISMO LLAMO POR SKYPE A MI HOGAR DULCE HOGAR PARA VER A MIS MASCOTAS.

  Y VOY A APARTAR LA MOCHILA QUE YA HE ESTUDIADO MUCHO HOY Y ME LO MEREZCO.

  PUEDE QUE HASTA VEA ALGUNA PELI. NO, MEJOR UNA SAGA, QUE HOY ES MARTES GENTE, HOY NO SE DUERME.

  QUIERO COCA COLA, Y QUIEN ME CONOCE SABE QUE SIEMPRE QUIERO COCA COLA.



  DEJO ESTO AQUÍ, Y ESPERO QUE OS HALLAN ENTRADO GANAS DE GRITAR, PORQUE YO PIENSO GRITAR AL PRIMERO QUE ME ENCUENTRE POR EL PASILLO. MUCHA SUERTE EN LA VIDA GENTE ESPECIAL.

viernes, 17 de octubre de 2014

Mínimo tres cosas buenas por semana.

  Me he propuesto un reto, y es que yo no soy de esas personas a las que la vida les ha cogido cariño, para las que el karma no existe y todo lo que dejan tras de si es de alguna manera algo que los demás querrían tener. El reto en cuestión se me ocurrió hace nada, después de beber, ya de madrugada, cuando me dan uno de los bajones que a mi siempre me dan y por los que más de una vez suplicaría que me matasen para acabar con el intenso sufrimiento que se pasa.

  He decidido que debería de empezar a ver el lado bueno de las cosas -no, no la película-, que dentro de todo lo malo que me ocurre hay al mínimo tres cosas por semana por las que merece la pena vivir, vivir por encontrarte a la semana siguiente otras tres cosas igual o más maravillosas aún. Es difícil, pues como ya he dicho mi vida, dentro de no destacar en nada, destaca por lo malo, de lo cual es muy difícil rebuscar y encontrar algo bueno, algo así como buscar en la oscuridad un ratón negro.

  Estamos a viernes 17, por lo que comenzaré a tratar de recordar a partir del viernes anterior -el 10-.

  No hay un orden claro pues plasmo al escrito según me viene algo a la mente, pero creo que el primero de todos que me viene a la mente sin lugar a dudas ha sido el de ver a mi mejor amiga Nuria. Lo estoy pasando muy bien en León, y he pasado por malos tragos -no hablo de novatadas únicamente-, y el pasarlos me hace pensar en la rabia que me daría haberlos pasado para el año que viene no estar aquí, el haberlos pasado para nada, pero sin lugar a dudas lo dejaría todo y me iría a la mínima que pudiese a estudiar donde ella se encuentre en un futuro. Verla este fin de semana tras un mes ha sido algo que me encantaría repetir.

  Puede que el segundo momento ha sido el enterarme de que todosen mi facultad me conocen por mis apellidos, y de esto me he enterado hoy, de la que me encontraba triste tras una mierda de días consecutivos. Mis apellidos -Rodríguez Rodríguez- son muy comunes, aunque sean dos seguidos, pero en mi facultad por alguna razón hay un montón de personas con mi mismo nombre -antes de venir aquí apenas conocía dos más a parte de un servidor- y para diferenciarme me llaman por mis apellidos, pues al pasar lista en clase, y al haber muchos Rodríguez, todos los profesores se paran a decir mi nombre pues deben pensar que es una errata, y en vez mencionar solo un apellido mencionan los dos con una sonrisa, lo cual provoca por alguna razón sonrisas en los demás. Eso me alegró la mañana, aunque fuese una gilipollez.

  Mi tercer momento ha sido que hoy me he dado cuenta en la hora del almuerzo de que ya estoy comenzando a encajar poco a poco en mi clase de Biología, y es una sensación muy, muy buena. Hace poco escribí sobre encajar, y es algo que le deseo a todo el mundo, pues yo mismo no siempre encajo -a día de hoy hay cosas de las cuales me siento excluido a pesar de estar en mi día a día-, y sé muy bien lo mal que se pasa.

  No sé si me encuentro mejor tras desahogarme con esto, no sé si estas tres pequeñas historias compensan lo negro de la semana, pero no cabe duda que en la locura de toda persona el escribir lo positivo de modo que esto no se borre y puedas releerlo y acordarte de lo irrelevante que de algún otro modo olvidarías, presta -presta en asturiano, gusta para el resto-.

lunes, 6 de octubre de 2014

Tranquilo, todo mejora.

  Nervios, miedos, un intenso frío... aquí podría plasmar todas y cada una de las diversas sensaciones que me hacen sentir mal en mi día a día, pero hoy no: hoy sé que mejorará.

  Me he levantado con la sólida idea de que un dios -cualquiera de en los que la gente crea, eso es lo de menos- ha decidido que la vida ya se había cebado suficiente conmigo, que era mi turno para destacar a mi manera, para obtener reconocimiento por lo que se me da bien y me gusta y no por lo que en su día me obligaron a hacer. Lo único que me molesta ahora mismo es una mosca que salta de mis orejas a la pantalla del ordenador, pero me importa tan poco en comparación con otros días que la dejo volar libre, sin gana alguna de darle un manotazo -obviamente no cuando estuviese posada en el ordenador-.

  Tengo la garganta jodida por estos días de mierda, y de mi nariz no cesan de salir mocos hasta tal punto que prefiero no guardar el pañuelo en el bolsillo, pues cuando lo meto dentro ya tengo que volver a sacarlo. Aun así sigo creyendo en ese dios tan justo que en el segundo párrafo creé.

  Un dios bondadoso, hermoso de corazón -aunque no sé si por fuera lo será, pero en una escala de importancia eso sería un 0-. Un dios justo que sepa decidir sabiamente cuando le tienen que cambiar las cosas a una persona. Un dios sin religión que atienda a todos los creados por la evolución y el big bang por igual. Un dios sin libro sagrado, al que no le importa que sus otros amigos dioses tengan firmes creyentes, pues él no los necesita para ser feliz, y es que a mi dios le sirve con que yo piense en él.

  Ni si quiera tiene nombre, pero le da igual; él me ha dado catarro, mocos, una mosca tocacojones y un frío horrible a las 10:49 a.m. en el día de hoy, y gracias a ello se que lo he pasado peor, que esto no es nada. Sé que es un ejemplo muy simple, pero sé que en vuestro día a día no habrá nada para lo que no estéis lo suficientemente locos como para hacerle frente. Algún día -como siempre que me pasa algo bueno, cercano- esa mosca se convertirá en algo peor, y yo me vendré a leer este fragmento de texto: sé muy bien lo loco que estoy, y sé muy bien que esa 'nueva mosca' no tendrá nada que hacer contra mi.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

¿Qué ganan ellos?

  Me encuentro solo en mi habitación, tras haber estudiado una media hora –se trata del primer día de clase oficial, media hora está bastante bien- escuchando diversas canciones de Guns n’ Roses y Metallica, simplemente porque es lo que hago cuando alguien me pone triste. He dicho alguien, porque jode más y de un modo diferente a cuando lo que te jode es algo, alguna cosa impuntual que no se puede controlar, que jode igual pero opino que menos –por favor sepan no me refiero a pérdidas de gente amada, eso no lo pienso comentar, está a un nivel superior a lo que yo jamás sea capaz de escribir-.

  ¿Por qué hay gente que se dedica a hacer sufrir a los putos pringados como un servidor? Alguien me dijo un día que se trataba de autoestima, que ellos necesitaban esto porque no tenían, pero me pregunto yo si al hacerlo ganar algo de ella: creo firmemente que no, que llega un punto en el que se sienten a gusto haciendo sentir mal a los demás, son tan egoístas que son incapaces de ser los únicos que no se acepten, que necesitan que los demás se sientan de igual modo –muchas veces peor-.

  Sí, escribo esto porque me acaban de hacer sentir mal –mierda, Knocking on heavens door está acabando- y creo que lo peor de la situación es que mientras yo estoy escribiendo sobre ello la persona culpable ni se acuerde de haberme dicho nada, y probablemente no se acuerde ni de mi cara, ni de mi puto nombre.

  Yo trato de ser amable con todo el mundo, trato de caer bien y de que la gente se sienta a gusto estando cerca de mí, pues así me siento bien conmigo mismo, ¿si haces cosas malas no ocurre lo mismo?, ¿no te sientes mal con tu persona? Grandes hijos de puta.

  Termino rápido, con un pequeño consejo, tanto para gente que disfruta viendo sufrir, como para los que no se lo plantean –igual de malo- y para los que su intención es la de salvar el mundo de las injusticias: jamás te burles de la más mínima cosa que te pueda hacer gracia de esa persona. ¿Una chica que tiene los dientes algo salido? ¿Una chica que tiene voz de chico o un chico con voz de pito? ¿Acaso alguien con las manos o la nariz muy grandes? Creerme, sé que pensáis que son gilipolleces de las cuales la gente no se da cuenta al ver a la persona en cuestión, y sé que todos os fijáis en la personalidad de cada uno más que en el físico, pero si se os ocurre, aunque no sea para reíros, solo para mencionar ese ‘defectillo’ porque a ti y a tu puto grupo de amigos os hace gracia, recordad que a esa persona no le hace falta que se lo mencionéis: esa persona ya se ha dado cuenta de ese ‘defectillo’ hace mucho tiempo –y a lo mejor, llamadme loco, no quiero pensar en él, pues si no lo ha mencionado a pesar de que os resulte algo gracioso, puede que sea porque un complejo se ciernes sobre su persona por varios hijos de puta que caminan alegremente y sin preocupaciones por la calle.

  Gente que sufre, al menos siempre os quedará el consuelo de que no sois los únicos que lo pasáis mal, porque al menos, yo, me encuentro en vuestra misma situación.

  “Cuando una puerta de felicidad se cierra, otra se abre. Pero con frecuencia miramos tanto a la puerta cerrada que no somos capaces de ver la puerta que se ha abierto frente a nosotros”. –Hellen Keller.

  “El mayor error que una persona puede cometer es tener miedo de cometer un error”. – Elbert Hubbard.

  La siguiente cita a lo mejor os confunde con la alusión a las flores, pero la veo muy indicada para terminar este texto. Espero que le veáis el significado como se lo he visto yo.
  Y sí, sigo jodido, aunque escribir ayuda.

  “Un tulipán no trata de impresionar a nadie. No se esfuerza en ser diferente de una rosa. No tiene que hacerlo. Es diferente. Y hay sitio en el jardín para cada una de las flores”. – Marianne Williamson.

  Ahora sí que termino, lo prometo; os recomiendo escuchar algo tipo Help de The Beatles, no una balada que nos hace sentir mal –yo antes las estaba escuchando, y he decidido cambiarlas por un ritmo que me haga querer salir a bailar en mitad de la calle-.


martes, 23 de septiembre de 2014

10 razones para odiarte.

  1.- No cuentes con que me abriré a ti y te contaré mis problemas si con ello te causo la más mínima preocupación. Agradeceré tu gesto de '¿te pasa algo?', pero me negaré a contestarte. A menos que haya bebido y la confianza que tenga en ti sea tan grande como para saber que la felicidad que te dará el que resuelva mis problemas sea mayor que la preocupación de que te los cuente.

  2.- ¿Sabes la típica persona que sale en todos los buenos libros -buenos de verdad- que hace felices a los demás, pero se guarda las desgracias para él, y que cuando alguien se entera en vez agradecerlo se enfada con el primero? Se podría decir que soy yo; supongo que cuando la gente se acerca a mi es porque espera un alguien que le alegre y distraiga de su existencia, pero puede que no sea eso que buscan.
  Claro está que si te quiero lo suficiente no negaré simplemente mis problemas para ayudarte, los olvidaré por completo, pues tú serás lo importante en ese momento; lo que deba ocupar todos mis pensamientos.

  3.- Odio la ropa que hay que llevar porque hay que ir bien vestido. Adoro los chándal, o en caso de tener que ir a algún sitio decente un pantalón más o menos formal y una sudadera, son demasiado cómodos -que alguien bendiga de una vez a quien inventó las sudaderas-.

  4.- Si me pides que ponga música para animar el momento solo te encontrarás conque las baladas que guardo en mi móvil te conmoverán de tal manera que no querrás hacer otra cosa que abrazar a quien sea de lo geniales que son.

  5.- Me encanta pasear, y esto lo pongo porque la mayoría de la gente que conozco es de apalancarse. '¿Damos una vuelta o vamos a tomar algo al bar?' lógicamente, dar una vuelta.

  6.- Odio estudiar matemáticas, química, física, filosofía, y literatura, y sin embargo me da envidia la gente a la que se le da bien; se podría decir que me da envidia la gente capaz de esforzarse lo suficiente para alcanzar algo que de verdad quiere.

  7.- ¿Estás en, por ejemplo, la iglesia y necesitas llamar a alguien que literalmente esté en la otra esquina? Tranquilo, yo le meto una voz -y ya luego me arrepiento de haber gritado en plena misa-.

  8.- La clase de gente que peor me cae son los que van de más de lo que son. Claro que puede haber peores cosas en una persona, pero en mi día a día, es decir, que conozca de convivir con ellos, los que he mencionado son con los que peor llevo el saber estar.

  9.- Para mi, uno es, no se hace. Creo que hay factores que te condicionan, pero creo que es un porcentaje que la propia persona puede controlar, y si no lo hace es porque no quiere, es decir, que le gusta ser como es -refiriéndome a 'como es' tanto para cosas buenas como para malas-.

  10.- Último número de esta lista, y se dice que se suele dejar lo mejor para el final: soy demasiado fan de las series de dibujos animados.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Se buscan locos.

  ¿Qué sería el mundo sin la gente que decide en un momento de locura teñirse el pelo de un color poco común? ¿Qué sería nuestra vida sin la gente que viste de manera criticada por un gran porcentaje de la sociedad? ¿Qué sería de la gozada que es el no estar atado a una monotonía constante sin la gente que le da por gritar sin venir a cuento y solo porque le parece gracioso? Yo os lo diré: nada.

  Todos necesitamos de esta gente, por muchos descritos como diferentes, por mi descritos como locos o raros -aunque sí es cierto que si el termino diferente va en el mejor de los sentidos de la palabra, también me sirve-.

  No creo que nadie quiera salir a la calle sabiendo que se encontrará con un maravilloso día que ha soñado esa misma mañana, o al menos nadie debería de. Yo pongo el pie derecho en la calle para encontrarme con un maravilloso día que jamás soñé capaz de existir.

  Nadie debería estancarse en las canciones clásicas -eso sí, se ha de reconocer su grandeza- e impedirse ver la maravillosa música que se crea día a día.

  Hoy de la que me acercaba al nuevo mundo que para mi es la universidad no podía dejar de pensar en todo esto, y resulta que no quiero tener nada claro, a diferencia de la gran mayoría de personas que había allí; todas ellas quieren saber a ciencia cierta el fantástico futuro que les espera. Quiero ir mañana y encontrarme, por qué no, un elefante vestido de mono rosa comiéndose un disco de Queen mientras suena Bohemia Rhapsody, ¿por qué no?, o descubrir que mi clase de Biología I es ahora una pista de patinaje para gente morada de más de dos metros de altura. O simplemente llegar y que el profesor esté cantando, no sé.

  Quiero que mi día a día pase con sorpresa tras sorpresa, puede que no todas buenas, pero sabed una cosa, y es que estoy lo suficientemente loco como para soportar lo que me desagrade y disfrutar lo que me haga explotar el corazón de la emoción.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Necesitaba inventar.

  Su don trataba de tener siempre la razón –don que todo el mundo odiaba, por cierto-, hablar con ella resonaba en tu cabeza como una canción de un videojuego de fantasía, cuando te acercas a la parte difícil de la pantalla en cuestión.


  En este mundo que ahora me estoy inventando, cada uno tiene un don fruto de la personalidad de cada individuo, y ella se trataba del ser humano más perfeccionista del mundo.

  ¿Quieres organizar una quedada a las siete de la tarde para luego salir a cenar, de relajado, con todo tu grupo de amigos? La banda sonora de su videojuego empezaba a sonar; era mejor quedar a las seis, ir a la cafetería que hay en el centro haciendo esquina con la calle que lleva a la playa para después ir a las nueve y cuarto al restaurante italiano que abrieron el verano pasado en el centro. No podías negarte, ella ya había hecho la reserva.

  No tenías ganas de negarte, que te lo diesen todo hecho en su debido momento era algo que gustaba, sobretodo porque por muy perfeccionista que fuese, por mucho que odiase el no tener una lista grapada en el cerebro que había que seguir sí o sí, ella te dejaría fallar a tu modo. Era una de las cosas que más me gustan de su persona.

  Mi don resultaba inútil cuando ella se acercaba; al parecer no podía pasar desapercibido entre la multitud si ella rondaba por el lugar. Yo soy capaz de que no reparen en que soy un organismo que respira incluso si soy la única persona de la sala y han de pasar a mi lado por cualquier clase de motivo; pero no soy capaz de ello con ella.

  Ella me saludaba, pues debía de hacerlo –al parecer hay una lista de cosas que hay que hacer por educación que solo ella seguía-, porque le gustaba que yo desactivase mi superpoder de camuflaje por un momento para devolverle el saludo, porque todo el mundo debía, incluyéndome a mí mismo,  saber que la presidenta de su propio mundo había llegado.

  Se acercaba el cumpleaños del chico de la última fila de clase, aquel que tenía la suerte de poseer la capacidad de volar, de sobrepasar las nubes, de separar su existencia de nuestro mundo e irse a uno mejor, y lo que era mejor, la capacidad de hacerlo cuando él quisiese.

  Aunque para muchos no se tratase de un don como tal, sus padres le permitían celebrar fiestas siempre y cuando él quisiese, supongo que como premio por sacar buenas notas –a pesar de alejarse de nuestro mundo doce de las veinticuatro horas que tiene un día- desde que tenía nueve años y los deberes trataban de dibujar al árbol más grande de la ciudad y poner el nombre de las frutas que querías que creciesen en él en inglés.

  Lo normal es que los chicos inviten a la chica; que él se trabe con sus palabras y ella se ponga roja en el momento de decidir si darle un sí o un no, pero eso ya no pasa, y a esa chica eso no le gustaba para nada. Siempre decía: ‘¿Pero seguimos en el siglo XIX? Una chica debería tener la opción de decirle al chico que le gusta que le gusta.’.

  Un día -¿fue el martes?- se me acercó. Me contó un chiste, muy malo, pero me reí –odio reírme sin tener ganas de ello, pero os recuerdo que cuando estoy cerca de ella todo lo que se refiere a quedarme quieto y no realizar sonido alguno queda anulado, es más, de algún modo necesito hacerme notar, necesito que me note-, la canción que resonaba en mi cabeza ya no era la banda sonora de la parte final de un videojuego. Ella estaba roja como su camiseta, y en mi mente sonaba un popurrí de canciones estilo I don’t wanna miss a thing y Let it be.

  ¿Pudo ser un ‘quedamos en que me vienes a buscar a las diez para ir a la fiesta’ lo que me dijo? No me quedé más que con el número diez.

  Le preguntaría de nuevo, pero sé que le parecería mal el que no la hubiese entendido a la primera, y odio hablar más de la cuenta. Iré a su casa a las diez, que creo que es lo que entendí; estoy seguro que una vez esté con ella será ella misma la que me lleve a donde quiera ir.

  Ella se alejó, y yo me mimeticé con el pupitre de nuevo.