"Lo más rock and roll de por aquí."
Esa sensación de paz. Saber que tienes dos exámenes la semana que viene, que hace meses que no ves a todos tus amigos reunidos o a tus abuelos del pueblo. Saber que deberías angustiado pero no estarlo.
Querer escuchar toda la discografía ñoña de Pereza y llamar a mi mejor amiga solo porque quiero hablar con ella, que bien sabe lo ñoño que soy.
Querer ir a jugar como de pequeño por los pasillo de mi residencia con el resto de universitarios de aquí.
Querer comprarme dos peces y cuidarlos como si solo los pudiese tener a ellos como compañía a lo largo de este año que me espera.
Son pequeñas sensaciones que me hacen sentir vivo, me hace pensar que siento cosas que otros no sienten, tanto para bien como para mal. Cosas que me transmiten paz como para otro a lo mejor le transmite paz ir a escuchar a los pájaros al parque (yo los oigo desde la ventana de mi habitación mientras el viento choca contra mi cara).
Quiero que mi madre venga en una hora, sobre las seis, y me de una rebanada de pan con mantequilla y azúcar como cuando tenía nueve años y no conseguía acabar los deberes para poder poner a jugar a pokémon de una vez. Que a las diez me manden sacar a la perra a pasear porque en nada tenía que irme a la cama. Ponerme la manta por encima y jugar a la game boy hasta las tantas (las doce o así).
Tener todo eso guardado dentro de mi no me hace sentir mal, justo lo contrario. Quiero repetir todo ello y voy a empezar por pedirle a mi madre que me haga una de sus meriendas especiales cuando el próximo puente vuelva a Gijón.
Gijón.
¿Polvo de estrellas?
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De la clase que no está cuando se la necesita y de la clase que lo soluciona por los pelos siempre y cuando esos pelos te saquen una sonrisa. De la clase que pide perdón en vez de asegurarse de hacerlo bien, pero sus disculpas siempre son sinceras, tan solo es muy tonta.
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